lunes, 3 de septiembre de 2007

Super Empleado

Esta es mi segunda semana en un nuevo empleo. Al principio todo portaba muy bien. Hoy, que ya conozco a mis compañeros, jefe y toda la instalación me sigue gustando la cosa; pero como todo en la vida, tengo un compañero especial, de esos que provoca meter en un saco con pulgas y esconderlo en el archivo para no tener que calarse su ego.

El chico en cuestión tiene 22 años de edad, y en la compañía sólo un año y unos meses. Es un empleado más, sin cargos gerenciales ni honores por méritos y, por el trato que le dan los jefes se ve que no es la tapa del frasco sino que más bien goza de la paciencia hinchada de los sujetos. El detalle es que es muy conversador, pero no conversador sano sino que dice puras mentiras y es tan descarado que cuando me va a cobear ve sigilosamente hacia los lados para cerciorarse de que nadie más, aparte de mí, lo está escuchando. Entonces empieza la retahíla de genialidades que, según él, se han dado gracias a su iniciativa y ganas de superación porque "de ser por el resto de la gente todo seguiría estancado, nada serviría".

Dios que me ayude a tenerle paciencia pues, por lo menos hoy me tocó trabajar (¡y que trabajar!) con él toda la tarde. Yo trabajaba y él a mi lado hablándome sobre lo que se ha logrado en el Departamento por sus virtudes.

Las horas pasaron lentas y me inundaba la risa internamente al escuchar todas las proezas magnánimas del Super empleado. ¡Que tarde tan larga! Me contó sobre sus capacidades para hacer negocios; yo le seguía la corriente sin demostrarle mucho interés, pero por alguna razón, el jura que a mí me importan y además me impresionan sus cuentos. Es que ese tipo hasta debe sentir que lo admiro, ¡Por favor! Lo único que admiro en él es su capacidad para darse crédito por lo que hacen los demás.

Ayer, por ejemplo, le dijo al jefe que había pasado la tarde muy ocupado sacando todo el trabajo que en realidad gestionamos entre mi otro compañero y yo. Como somos nuevos en el lugar no quiero crear discrepancias pero de seguir así voy a tener que hacerlo porque ese loco cualquier día nos mete en un rollo y nos culpa de los errores que él mismo comete, tal y como ha hecho con respecto a los compañeros que ya no trabajan con él y que supuestamente despidieron porque él dijo que necesitaba gente que lo apoyara con las tareas y quienes estaban no lo hacían. He visto que es él quien se queda haraganeando. Cuando llegan los jefes hace el teatro de que está super aplicado en las labores pero cuando dan la espalda vuelve a parasitar.

Son tantas cosas inapropiadas que he visto en este sujeto en tan poco tiempo que no me alcanzaría la hoja para anotarlas todas. Espero que me trasladen de sede porque calarse esa piña todos los días es peligroso para la salud. ¿O es que no han escuchado que está científicamente comprobado que trabajar con gente idiota causa stress?

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